A pesar de su juventud, Elsa Pinilla puede presumir de contar en su haber con grandes éxitos como cantante, compositora, presentadora y actriz. Esta joven madrileña es, en la actualidad, una de las mayores promesas del panorama artístico español, habiendo trabajado en publicidad, televisión, teatro y música. Con una trayectoria que la avala, Elsa Pinilla, se ha convertido en una de las bellezas asiduas de la pantalla.
“Mi carrera artística comenzó con la música. Sin embargo, mi verdadera pasión es el arte dramático”
Cuando era pequeña pedía muy a menudo a mi madre que me grabara en vídeo. Yo creo que ésa fue la primera y más evidente muestra de mi amor por la interpretación. Un poco más tarde, comencé en el mundo de la publicidad y, posteriormente, pasé a formar parte del grupo musical Tess.
Por lo tanto, inicié mi trayectoria artística prácticamente con la música, y fue ella la que me introdujo en el mundo de la interpretación, pues, para promocionar el primer disco de Tess, decidimos participar una temporada en una serie que se emitía en esa época: Al salir de clase.
Este hecho marcó un punto de inflexión en mi carrera, puesto que desde el primer día de grabación fui consciente de que la actuación era lo mío. La sensación de interpretar ante las cámaras fue algo que me fascinó.
Y fue esta experiencia en televisión la que me impulsó a formarme como actriz en la Escuela de Interpretación. Aunque continué en el grupo Tess (publicamos dos discos más), iba sacando tiempo para alternar mis actuaciones musicales con los estudios de interpretación.
No obstante, fue después de publicar el tercer disco de Tess, cuando empecé a dedicarme de lleno, y exclusivamente, a la interpretación.
Como anécdota contaré que, aunque aparqué de manera considerable mi faceta musical, (casualidades de la vida) en casi todas las series en las que he participado he tenido que cantar.
“He trabajado muy duro para ser una buena actriz”
FOTOGRAFÍA: Bernardo Doral |
En el año 2001 empecé mis estudios en La Estrada, cuyos métodos me gustaron bastante, porque actuábamos ante la cámara. Además, como éramos un grupo muy reducido, terminamos creando un ambiente muy familiar.
Aquel año hice un curso en la escuela Metrópolis, perfeccionando luego mi formación en la escuela Arte 4 y a través de cursos con profesionales de la talla de Rosa Estévez, Montxo Armendáriz, Ginna Piccirilli, etc. Además, una carta a mi favor ha sido el hecho de que siempre he podido compaginar mis estudios con el trabajo, ¡al fin y al cabo, trabajando es como mejor se aprende!
De todos modos, soy consciente de que el mundo de la interpretación es muy complicado. Por eso, yo intento ir reciclándome en lo profesional, compaginando teoría y práctica. No dudo, por ejemplo, en acudir a clases de interpretación. Me gusta ser profesional, pero para ello hay que estudiar y poseer una sólida preparación. Aún así, cuesta muchísimo hacerse un hueco en el mundo artístico.
Pero además de esto hay que tener en cuenta el factor suerte, pues a veces ocurre que el actor acude a un casting y, por muy preparado que esté y mucha técnica que tenga, si no reúne una serie de requisitos físicos exigidos para el papel en cuestión, no hay nada que hacer ¡Hay infinidad de actores que no pasan los castings simplemente por no ser rubios, o por tener los ojos verdes…!
Por lo tanto, éste es un trabajo muy duro que, paradójicamente, mucha gente suele asociar únicamente con la fama, las portadas de revistas y las apariciones públicas en determinados actos. Se trata de un concepto muy extendido pero, al mismo tiempo, muy equivocado…
“Trabajar en Argentina me ayudó a ampliar horizontes”
Podríamos decir que mi viaje a Argentina se produjo gracias a una casualidad. En el año 2006 recibí una llamada de Bernabé Fernández, que había sido mi compañero en Al salir de clase. En ese momento, él estaba en este país por motivos de trabajo, y recuerdo que ése día me dijo: “Elsa, estoy en Argentina y aquí te quieren para que actúes en una nueva serie de televisión”. ¡No me lo podía creer, pero mi respuesta fue afirmativa!
¡Y en menos de un mes volaba rumbo a Argentina! Fue espectacular. Viajamos un 31 de diciembre, así que nos tomamos las uvas en el avión y, cuando despegó, fue increíble contemplar Madrid coronada por los fuegos artificiales.
La grabación de la serie Alma Pirata duró un año, así que para las navidades siguientes, volví a Madrid, pero en enero otra vez estaba de vuelta. Ésta vez, para intervenir en una nueva serie: Romeo y Julieta.
Por suerte, estuve muy acompañada en este país por grandes amigos, y mi experiencia allí fue muy gratificante.
“Ponerme en la piel de Marisol me impuso mucho respeto y fue un reto para mí”
Creo que de todas mis actuaciones, la de Marisol fue la más acertada. Y esto se debió en buena medida a que dispuse de bastante tiempo para trabajarme ese papel, si comparamos esto con el ritmo que requiere prepararse el papel para una serie de televisión.
No se trataba únicamente de estudiar el guión, sino a la propia Marisol en sí, su forma de bailar, de cantar e incluso de hablar… Todo lo cual requería un gran trabajo de documentación y mucho ensayo. Incluso llegué a comprarme sus películas…
Interpretar a Marisol fue todo un reto para mí, a la vez que me producía un gran respeto. Sin embargo, a medida que iba conociendo más de ella, más me enamoraba del personaje hasta que llegó un momento en el que me sentí muy cómoda en su papel y fui capaz de entender todo lo que esta mujer vivió y todo lo que tuvo que pasar... Llegó un punto en que disfruté siendo esa persona. De hecho, ella en sí me parece maravillosa.
De todo lo que aprendí sobre su vida hubo algo que me impactó mucho, y fue la fuerza de esta mujer cuando decidió cortar con todo. Puso final a una etapa de su vida, pasando de ser Marisol, con todo lo que eso conllevaba, para convertirse en Pepa. Indudablemente, hay que tener mucho coraje para cambiar tu vida de una manera tan radical.
También me sorprendió su infancia, que fue muy dura. Trabajaba doce horas diarias e incluso más, estuvo explotada…
Del rodaje de esta película obtuve un resultado muy gratificante, pues gustó mucho al público. Sinceramente, tengo que confesar que me daba algo de miedo lo que pudieran pensar los espectadores al verla. Sin embargo, la película fue muy bien acogida e incluso hubo quien me felicitó por el acento andaluz. Esto era algo sobre lo que tuve que trabajar con mucho ahínco. Y bueno, cuando los andaluces te dicen que lo hiciste bien, pues te enorgulleces…
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