1 jun 2012

Psicología: Hipocondría


¿Soy hipocondríaco?


¿Soy hipocondríaco?
FOTOGRAFÍA: Gokhan Okur

Sufrir de hipocondría puede suponer vivir  con el temor constante a padecer cualquier enfermedad, percibiendo como signos “sospechosos” reacciones físicas a menudo sin importancia, tales como una tos o una rojez, por ejemplo. Pero, ¿dónde está el límite entre la preocupación lógica y la obsesión?

Esta preocupación por la salud propia, o la posible falta de la misma, se da de manera irracional y el sujeto no finge estar enfermo, sino que tiene la creencia de que realmente pueda estarlo. No existen diferencias entre hombres y mujeres.
Para diagnosticar la hipocondría es preciso que el individuo experimente sus síntomas durante un período mínimo de seis meses.

¿Qué es la hipocondría?
El Dr. Iñaki Eguíluz Uruchurtu, Jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Cruces y Profesor titular de la Universidad del País Vasco, expresa lo siguiente: “Se entiende como hipocondría el temor de padecer, o poder desarrollar una enfermedad grave, a pesar de tener pruebas de lo contrario. El paciente suele atribuir sus signos o síntomas fisiológicos o banales a una enfermedad que teme tener y las explicaciones médicas tranquilizadoras o la normalidad de las exploraciones solo se alivian parcial y transitoriamente. Algunos autores proponen este diagnóstico como un rasgo de personalidad más que como un trastorno psíquico”.

Comportamiento del hipocondríaco
En primera instancia, cuando exista duda acerca del estado de salud, se ha de acudir a la consulta médica para realizar los estudios precisos que nos indiquen nuestro estado actual de salud.
Tal y como indica el Dr. Antonio Agraz Fernández, Psicólogo Clínico del Instituto Andaluz de la Mujer y Presidente de la Delegación de Córdoba del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental: “En principio hay que hacer una exploración para asegurarse que no existe ninguna enfermedad física. Una vez que se ha descartado, si el o la paciente sigue con angustia, preocupación y dudas acerca de su estado de salud, es conveniente estudiar la posibilidad de que padece este trastorno psicológico”.

Este especialista menciona algunos de los síntomas de quien lo padece:

A. Preocupación y sensación de temor de padecer una enfermedad grave.
B. Persistencia de dicha preocupación, a pesar de las evaluaciones y las palabras tranquilizadoras de los/as médicos/as.
C.Estas preocupaciones generan un deterioro significativo de las relaciones sociales, en el trabajo, a la hora de salir o irse de viaje. Estas personas acaban renunciando a casi todo por consagrarse a cuidar su enfermedad imaginaria.
D.Dicho trastorno dura, por lo menos, más de seis meses.


En cuanto al comportamiento, existen unos patrones de conducta que se suelen repetir:

1.  Sensación de incomprensión por parte de los demás, pues nadie detecta su “enfermedad”. Como consecuencia de ello, aparecerá la angustia y tendencia a deprimirse, pues se tenderá a creer que dicho problema no tiene solución.
2.  En ciertas ocasiones se prefiere permanecer en la duda (con la consiguiente angustia y ansiedad) antes que enfrentarse a la posibilidad de que se les afirme la existencia real de la enfermedad. Por el contrario, hay quienes visitan al médico muy asiduamente.
3.  Este trastorno supone un freno para desarrollar actividades como, por ejemplo, salir de viaje, ir a trabajar (por temor a que les pase algo fuera de casa), etc.
4.  Pueden convertirse en grandes consumidores de recursos asistenciales y sentir insatisfacción por los servicios recibidos.
5.  Cuando no se otorga mucha importancia a sus quejas, el paciente hipocondríaco puede reaccionar furiosamente y presionar para que se les realice una evaluación adicional. Y cuando los síntomas son tratados, con frecuencia experimentan un empeoramiento.

¿Por qué ocurre esto?
A este respecto, el Doctor en Psicología y Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid, D. José Antonio Portellano Pérez, sostiene lo siguiente: “Pueden existir factores de tipo genético que faciliten la aparición del problema, pero en muchas ocasiones se constata que el paciente que sufre el problema ha tenido un modelo de aprendizaje defectuoso en su infancia que le lleva a preocuparse excesivamente por su salud, ante la posibilidad de padecer alguna enfermedad. Es habitual que en el entorno familiar del sujeto que padece hipocondríasis haya otras personas que tienen el mismo problema. En muchas ocasiones, los padres hipocondríacos ‘enseñan’ involuntariamente a sus hijos a preocuparse excesivamente por cualquier signo que pueda alterar su salud, aunque sea nimio”. Y añade: “Por otra parte, determinados factores psicológicos, como la baja autoestima o el maltrato infantil también pueden facilitar la aparición del problema”.
Además de los mencionados, el Dr. Iñaki Eguíluz añade otros factores como posibles causas:
·        La hipocondría, según explica, se relaciona con las dimensiones de personalidad de neuroticismo y afectividad negativa. Habitualmente, las personas con una elevada afectividad negativa tienen elevados niveles de ansiedad e insatisfacción. Además:
·        Enfermedades graves en la infancia pueden contribuir a este trastorno.
·        Los acontecimientos vitales estresantes también se relacionan con un incremento en el relato de síntomas físicos e hipocondría.
·        Los factores sociales y culturales pueden ser determinantes en este trastorno.
·        Etc.

Superar la hipocondría
Para intentar superar este trastorno, es preciso que el paciente acuda a los especialistas adecuados, que evaluarán la situación y propondrán los tratamientos idóneos.
El Dr. José Antonio Portellano Pérez afirma que si no se trata adecuadamente la hipocondríasis, puede llegar a convertirse en un trastorno crónico de larga duración, con el consecuente sufrimiento que conlleva. Por el contrario, si se trata eficazmente puede llegar a controlarse, logrando que mejore significativamente la calidad de vida del paciente.
Respecto a los tratamientos existentes, manifiesta: “Los tratamientos psicofarmacológicos se deben administrar cuando existan manifestaciones de ansiedad o depresión acompañando al problema. Los psicofármacos pueden aliviar la ansiedad, pero no cambian la forma de pensar que tiene el hipocondríaco acerca de su salud, y por esta razón se debe emplear un tratamiento psicológico. Concretamente la terapia cognitivo-conductual suele ser muy eficaz, ya que enseña al paciente a controlar las ideas irracionales en torno a la enfermedad, disminuyendo su preocupación por la salud y enseñándole formas de conducta incompatibles con los síntomas”.
Además, este experto asegura que los tratamientos psicológicos tienen la ventaja de enseñar al hipocondríaco a autocontrolar sus manifestaciones de ansiedad y preocupación.

Afrontando la situación
El paciente que desee hacer frente a la hipocondría, ha de tener en cuenta una serie de consideraciones.
En primer lugar, se ha de entender que “la solución siempre estará en manos de un especialista, y ese especialista siempre será un psicólogo, que ayudado de los profesionales de la medicina, desarrollarán las pautas más convenientes y los tratamientos más adecuados”, como explica el Dr. Antonio Agraz Fernández.
Este especialista aconseja, además, “tener cuidado con las personas que se venden como psicólogos y no lo son, aportando cursos de crecimiento personal y autoestima…, porque nos pueden llevar a callejones sin salida o a hacer de este trastorno un problema todavía mayor”.

El Dr. José Antonio Portellano, aporta algunas recomendaciones más:
·        Aprender a identificar los pensamientos irracionales que acompañan a la hipocondriasis.
·        Retirar la atención de los síntomas, en lugar de dedicar mucho tiempo a pensar sobre ellos.
·        Evitar la autoobservación continuada del cuerpo, ya que la observación repetida de los supuestos “síntomas” induce al sujeto a presentar un mayor estado de ansiedad.

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