Salir a comprar con asiduidad y adquirir productos que realmente no necesitamos o que no nos reporten utilidad alguna puede convertirse en un claro síntoma de que algo no va bien. En ocasiones, con esta conducta pretendemos cubrir determinadas necesidades emocionales e incluso evadirnos de frustraciones, complejos o problemas. Este mes CHARLENE cuenta con la opinión del Psicólogo D. Félix Zaragoza, que nos comenta en qué consiste esta conducta, sus consecuencias más comunes y, sobre todo, nos explica qué podemos hacer para evitarla.
· El hecho de ser comprador compulsivo, ¿Puede considerarse una enfermedad?
Sí. Es una adicción, no mediada por sustancias, y encuadrable dentro de los trastornos de control del impulso.
· ¿Qué suele comprar compulsivamente el hombre y qué suele comprar la mujer?
Aunque en general las compras se hacen sin mirar la utilidad del objeto adquirido, pues lo que genera satisfacción es el proceso de comprar en sí, en las mujeres se dan más compras relacionadas con el aspecto físico (ropa, joyas, cosméticos) y con el hogar (objetos de decoración), mientras que en el caso del hombre se suelen adquirir más objetos relacionados con el ocio (vídeos, música, informática, coche).
· ¿Puede ocurrir que el sujeto necesite comprar compulsivamente como “terapia” para afrontar o evadirse de sus problemas?
Por supuesto, es la forma de evadirse de la sensación de frustración y ansiedad que les producen los problemas de su vida que no pueden resolver.
· ¿De qué manera suele actuar el comprador compulsivo y cómo afecta esto a las demás facetas de su vida?
Normalmente, antes de dispararse la conducta compulsiva, se van dando una serie de factores circunstanciales que van generando en la persona frustración, ansiedad y bajo estado de ánimo. Ante esto, la persona busca una forma de generar sentimientos de satisfacción y gratificación, con lo que van apareciendo unas expectativas positivas y una excitación anticipatoria de la compra. Después se produce la compra compulsiva de grandes cantidades de objetos inútiles y superfluos. Posteriormente aparece el sentimiento de culpa, arrepentimiento y sensación de malestar por el gran gasto realizado, y por haber vuelto a perder el control del impulso.
El área más afectada por este comportamiento es principalmente la económica, pues no es raro que la persona se gaste una gran parte de su sueldo en estas compras, con lo que el resto del mes ha de pasarlo en una situación de precariedad y escasez de recursos básicos. Conforme se va agravando el problema, se puede llegar a situaciones de deudas excesivas, problemas con la justicia, ruina económica, deterioro de las relaciones interpersonales (amigos a los inicialmente se les satura de regalos, y finalmente se les pide dinero), divorcio, e incluso intentos de suicidio.
· ¿Cómo podemos evitar convertirnos en compradores compulsivos?, ¿Podríamos seguir algunos consejos?
Desarrollar habilidades de manejo de la frustración y del control del impulso. Promover el desarrollo de áreas de satisfacción en nuestra vida, que nos sirvan de fuente de gratificación y de apoyo afectivo-emocional (trabajo, ocio, relaciones sociales, pareja, familia, etc.). Por supuesto, programar las compras que realmente necesitemos hacer, y en todo momento organizar y controlar nuestra economía para que sea lo más eficaz y beneficiosa posible.
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