25 feb 2012

Sexología: Dispaurenia femenina


Dispareunia femenina


Dispaurenia femenina
Fotografía: Svilen Milev

La dispareunia, cuyas causas pueden ser físicas o psicológicas, puede enturbiar las relaciones íntimas, haciendo que éstas no sean al cien por cien placenteras. Además, si no se trata a tiempo, esta anomalía puede repercutir en la relación de pareja e incluso derivar en miedos o fobias hacia el sexo.





El coito doloroso, también denominado dispareunia,  es una alteración que se produce principalmente en mujeres (de cualquier edad) y puede manifestarse tanto al principio, como durante o posteriormente al coito.
Sus principales síntomas son:
1.   Ardor.
2.   Dolor cortante.
3.   Quemadura o contracción.

Estas sensaciones se pueden producir en el exterior, en el interior de la vagina o en el fondo de la región pélvica o el abdomen.

¿Por qué aparece esta alteración?
Sus causas (que pueden ser tanto físicas como psicológicas) pueden ser muy variadas. Entre las causas físicas destacan:

·         Vaginismo (contracción de los músculos vaginales que impiden todo intento de penetración).
·         Himen rígido.
·         Problemas clitorídeos (irritación, alergias a jabones perfumados o sprays desodorantes).
·         Endometriosis.
·         Afecciones dermatológicas.
·         Lubricación insuficiente.
·         Traumas quirúrgicos (cicatrices).
En ocasiones, el factor físico desaparece, pudiendo deberse entonces a causas psicológicas.
La Psicóloga Especialista en sexualidad y pareja, Dña. Aldara Martos explica que si bien existen múltiples causas físicas de dolor coital, la dispareunia crónica tiene un componente emocional significativo. De hecho, si el dolor es de signo “cambiante” lo más probable es que sea psicológico (por ejemplo, una mujer que dice tener dolor cuando la penetra su pareja, pero no cuando la examina su ginecólogo o se introduce un tampón). Si el dolor no tiene un soporte anatómico, cabe sospechar la presencia de un elemento psicógeno, especialmente si parece tener un valor simbólico (llamadas de atención, pretextos para no tener relaciones sexuales con penetración o conflictos sexuales inconscientes).

¿Puede influir en la relación de pareja?
El hecho de padecer dolor durante la relación íntima de manera crónica puede incidir de manera negativa en la vida sexual de pareja, con las posibles  consecuencias que puedan surgir en la relación, a nivel global.
El rechazo a la práctica del acto sexual puede producirse como producto del miedo al dolor, traduciéndose esto en la aparición de ansiedad y un mayor distanciamiento íntimo de la pareja. Ésta, asimismo, sufrirá el rechazo y la sensación de impotencia ante situaciones que, en ocasiones, no entiende.
En general, la insatisfacción física y emocional que se pueda ocasionar deriva frecuentemente en un impacto en la vida de la pareja.

¿Puede convertirse en un trastorno crónico?
Dña. Aldara Martos apunta lo siguiente: No sólo puede convertirse en un trastorno crónico si no se busca solución al problema, sino que puede derivar en otros trastornos como evitación o fobia al sexo. Un error frecuente en la población femenina es pensar que el tiempo lo resolverá. Ideas como: ‘Cuando vivamos juntos se solucionará’, ‘Una vez me case seguro que se arregla’, ‘Es cuestión de confianza, poco a poco estaré mejor’, son comunes y se convierten en justificaciones para no acudir a  terapia”.
Según esta especialista, el problema puede solucionarse con un tratamiento médico (analgésicos, antiinflamatorios, antibióticos o quirúrgicos) en caso de que las causas sean únicamente físicas, o bien un tratamiento psicológico con un especialista en sexología para resolver  conflictos y seguir una terapia adecuada.
“Es muy importante”, apunta, “que ambos miembros de la pareja se involucren en el tratamiento y conozcan las orientaciones y pautas a seguir para llegar a una recuperación (mediante las técnicas y ejercicios que propondrá el profesional). En ocasiones, la solución únicamente pasa por utilizar un lubricante, lo cual soluciona por completo el problema hasta tener que recurrir a la cirugía. Por ello, es importante que ambas disciplinas (ginecología y sexología) trabajen juntas para llegar a una recuperación satisfactoria”.

¿Cómo actuar?
Lo más importante es tomar conciencia del problema y no dejarlo en manos del tiempo, pues esta decisión podría empeorar innecesariamente la situación. Buscar la ayuda de profesionales (sexólogos, psicólogos, ginecólogos) en pareja constituirá la opción más acertada hacia el camino de la solución, pues el trabajo conjunto será la mejor vía para la consecución de progresos.

Como explica Dña. Aldara Martos: “Lo más importante en cualquier caso de dificultad sexual, y sobre todo cuando ya se ha iniciado un proceso de terapia, es la motivación y la voluntad para seguir adelante pese a que muchas veces hay que enfrentarse a miedos que nunca han ‘despertado’ y pueden remover emociones en la persona. Para ello, el hacer partícipe a la pareja es básico para recibir el apoyo y la ayuda necesarios antes, durante y después del tratamiento”.


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